jueves, 25 de octubre de 2007

La Montaña Majestuosa

No soy un gran fanático del refranero popular, aunque debemos acordar que si han logrado pasar la barrera del tiempo, es porque tienen algo de verdad, dice uno casi tan viejo como utilizado que la primera impresión es la que cuenta, si hubiera estado apegado a esta teoría, habría salido de Potosí tán rápido como entre, porque la llegada a la terminal, color gris abandono con un toque de aversión, sumado a la mugre y la infinita cantidad de vendedores que acosaban a los turistas, era como mínimo deprimente. Por suerte, le dí una segunda oportunidad, y fue cuestión de adentrarme en la ciudad que mi impresión se borró automáticamente.

Potosí fue fundada en 1546, y le tomó solo 3/4 de Siglo en pasar a ser la ciudad más grande del Mundo, con 160 mil habitantes. Tiene callecitas empedradas que corren en zig-zag y después de alguna curva, nos deja con una magnífica vista del Sumaj Orcko, el nucleo vital de la existencia de Potosí,sin duda una, sino la que más, le dío al Mundo, paradojicamente la que menos recibío, aunque pudo heredar la arquitectura colonial y se llenó de gente rica y eso queda evidenciado en la opulencia de las casas, iglesias y distintas construcciones de la zona, que se mezclan con el fenotipo y la cultura local de la gente del altiplano, marcando un contraste tan grande como impresionante.


El arraigo indígena, hace que en el ambiente se mezcle el castellano, con quechua y el aymara, gente con los vestidos típicos, amplios y coloridos de llama y otros de traje,negro, sobrio,mundano... y los mineros que se pierden en búsqueda de plata. Eduardo Galeano, dijo, en lo que ya es mito, que se ha sacado tanta plata de Potosí que hubiera sido posible hacer un puente entre el mismo cerro y Madrid, versiones de la misma leyenda, pero un poco más macabras, dicen que se hubiera podido contruir un puente de las mismas dimensiones con los huesos de las personas muertas en las minas



Cuenta la leyenda que un pastor estaba llevando a sus llamas, cuando la noche se cerró encima de el, y tuvo que acampar en el cerro, al otro día, el fuego que había hecho para abrigarse del fue hizo que la plata en las paredes del cerro se derritieta.
Para figurarse la dimensión de las excavaciones, voy a decir que se han hecho 17 niveles, por lo que se puede entrar en las entrañas de cerro 240 metros, dentro de la mina, se pueden experimentar variaciones de 45º, hay más de 5000 socavones y bocaminas que forman intrincados laberintos. El Tio es la deidad encargada de cuidar las minas, y los visitantes deben hacerle ofrendas, tabaco, agua, coca para que el provea, y nos haga sacar el material más puro.
La mina más antigüa es Pailaviri, que es explotada sin descanso desde 1545.


Adentrarse en la mina es una experiencia tan horrible como fantástica, hay que hacerlo con un guía porque en el caso de perderse solo, sería imposible salir sin ayuda.



El polvillo, el calor, la falta de agua, hacen que después de haber recorrido poco metros querramos salir, yo llegué al nivel 3 después de bajar casi por 1 hora y media, tras un par de subidas y bajadas la altura de 4000 m.s.n.m se sienten y mucho, y es muy dificil volver a hacer que la respiración se normalice, sobretodo con un profundo olor a tierra que dificulta aún más esto y pensar que estas cerca de desamayarte. Hay que estar atento al grito de cuidado y saltar al costado, si no queremos ser embestido por un carro sobrecargado de piedras, como en los dibujos animadas.
La vuelta se hizo bajo un ritmo calsino y asfixiado, pero ver la luz al final del tunel fue una inyección de vitalidad que hizo que todos corríeramos para poder volver a sentir el viento en la cara. Es muy triste saber que el 95% de las personas que trabaja ahí lo hace porque no tiene otra opción, es más triste saber que la mayoría no va a pasar los 40 años.

En la otra cara de esta moneda, hablando justamente de Potosí, están los españoles, que sacaron (o saquearon me da lo mismo el término que quieran usar) el metal de las minas, y necesitaban moldearlo, y lo hicieron en la Casa de la Moneda, de ahí viene la frase "Vale un Potosí" ante algo que es de sumo valor. Era el lugar en el que se acuñaba el metal y se convertía en moneda de circulación en todo el imperio. Hoy, prácticamente convertida en museo, es una de las atracciones turísticas más importantes de Potosí y nos trasladan a aquella época, bajo la mirada atenta de esa extraña cara, que se le atribuye al Dios Baco, al descubridor de Potosí o al presidente que importó esas máquinas, a una o a todas, no se sabe.

Sin tomar posiciones por un lado o el otro, es claro como se llevó mucho a Europa y no se dejó nada, lo único que quedó, fue impuesto, porque los nativos, ya tenían su religión, forma de vestirse y lengua y viendolo de ese lado, tambien se quitó, porque se les sacó la posibilidad de poder mantener estos rasgos, de su historia, de su cultura, de su forma de vida.

domingo, 7 de octubre de 2007

La Poronga de Tupiza y el Salar de Uyuni

Ubicar el salar de Uyuni en un mapa de Bolivia, es bastante fácil, lo único que hay que hacer es buscar una mancha blanca de considerable tamaño al Sureste y voilà, llegar a Uyuni es un tema muchísimo más complejo y tortuoso. Colectivos directos a Uyuni, había recién en 3 días, y la perspectiva de quedarme 3 días varado en Villazón era inaceptable, así que por recomendación de una vendedora, decidí salir a Tupiza, un pueblo a unas horas de viaje, donde según ella, salían colectivos cada una hora para Uyuni. El colectivo que tomé a las 5 de la mañana, se caía a pedazos, en el momento que lo ví llegar después de haberlo esperado 1 hora en el frio ,hizo que tres impulsos tanáticos me asaltaran simultaneamente, el 1r0 : Pedir el libro de quejas y hacer que me reintegren la plata para viajar con otra empresa, con levantar la vista una vez este impulso cedío, la terminal estaba cerrada y los colectivos de las otras empresas, estaban en condiciones similares; 2d0 correr al dispensario más cercano para una sobredosis de antitetánica, pero al ver que ninguno de los locales se alarmaba, pensé que viaje no debía ser tan duro; 3ro correr a la frontera y no volver a Bolivia jamás...No, simplemente no. Superado esto, le pregunté al conductor/cargador de bolsos/revisador de boletos :
-"¿Dónde puedo guardar la mochila?" le digo fingiendo simpatía
El levanta la vista en dirección al techo del colectivo.
-"¿En el techo?" pregunto con ingenuidad, como si esperara que me la guardara en una gaveta.
El extiende su mano morena, llena de callos, en señal de que le de la mochila, yo en este momento sabiendo que me lo había "dicho" en serio, se la paso. Con un rápido movimiento pendular la tira al techo del colectivo.
Al poco tiempo, con todos los bolsos en el techo, el colectivo estaba listo para salir y está lleno, más que lleno repleto. Gente sentada en el pasillo, y algunos cruzados a los pies. El pasillo me separaba de un hombre, bastante curtido por la vida, que había dejado su bolso de manos a sus pies, después de corroborar dos veces que el bolso se movía solo,y no era la altura la que me hacía alucinar, ví como una gallina se asomaba de la bolsa, tiempo después contanto esta anécdota, me enteré de gente que hasta viajo con chanchos.

Dos horas por un camino que parecía una pista de bici-cross me depositaron en Tupiza,una ciudad de unos 20 mil habitantes, donde me econtré con otros 14 argentinos, que también en su afán por llegar a Uyuni, fueron a Tupiza primero, después de averiguar varios minutos, donde salía el colectivo a Uyuni, nos dimos cuenta que era más de lo mismo, que no había colectivo hasta dentro de 3 días, asi que en una especie de revuelta argenta, intentamos copar la terminal, para reclamar por un colectivo, nuestras prostetas fueron reducidas a un sentimiento de abatimiento, al ver que los derechos del consumidor nunca habían estado en boga por estos pagos.
Sin saber por cuantos días íbamos a estar ahí,salimos a buscar un lugar para dormir, encontramos una posada, o una pocilga , el término sería sinónimo, donde pagamos el módico precio de 5 bolivianos para dormir (casi 2 pesos) en el piso, porque no había camas. Decidimos entre todos alquilar 2 4x4, para poder hacer los 200 km que nos faltaban al día siguiente. A la salida del pueblo, hay interesantes formaciones rocosas y desfiladeros, pero la más popular es la Poronga, que hacía a las veces de guía, nos dijo orgullosamente : "Esta es la Poronga de Tupiza", el inmenso obelisco fálico anaranjado tenía un nombre acertado, pero el hecho de ver que oficialmente se llamaba así, era como mínimo, poco serio, pero nos sacó una sonrisa, y fue inmortalizado en el tiempo por varias fotos.
Nuestros cálculos fallaron, hacer 200 kilómetros en 14 horas no cerraba en la cabeza de ninguno, que esté acostumbrado a viajar en nuestras rutas, llenas de baches y sin pintar, pero de asfalto en fin, todo el sur de Bolivía está unido por caminos de ripio, el cruce de los rios fue un tema aparte, para el primero, tuvimos que esperar una hora a que baje el nivel del agua y pasar, y en el otro, pagarle 50 bolivianos a una topadora, para que nos enganche y nos cruce. En fin, un viaje a Bolivia, sin este tipo de cosas no es un viaje a Bolivia.

La ciudad de Uyuni, no merece mayores comentarios, pero el Salar si, apesar de ser tierra de nadie y de nada,es el orgullo boliviano y de cada uno de ellos es un desierto de sal, en donde no hay ningún punto de referencia, ni una planta, ni una piedra, un horizonte llano por los 360º donde se lo mire. Como es época de lluvia, estaba todo cubierto de agua y daba una vista magnífica, donde no se podía diferenciar el cielo del suelo,pero eso se une en un sentimiento de omnipotencia, que hay cosas mucho más allá de lo material y superficial. Hace 40.000 años en Bolivia existían dos mares, uno es el actual lago Titicaca, y el otro se encontraba donde actualmente esta el salar más grande del mundo.
Hay un hotel que esta todo construido en grandes bloques de sal a excepción del techo que es de teja ceramica y recubierta con paja.
Visitamos la Laguna Verde, que como lo dice su nombre es verde, por el alto contenido de magnesio en el agua, está al píe del volcán Lincanbur (uno de los volcanes activos más altos del mundo), y ahí vimos los flamencos, nuestro segundo encuntro con los plumíferos andinos, fue en la Laguna Colorada,en una visión, onírica e irreal como sacado de un cuadro de art naïf de Edward Hicks,al ver a cientos de aves violáceas levantar vuelo, sobre la superficie rojiza con las montañas de fondo sobre el cielo azul con nubes pintadas por una mano maestra.
El Sol de Mañana es un área se caracteriza por tener intensa actividad volcánica y fomarólica (géisers), en los cráteres ubicados se puede observar lava hirviendo intensamente; los géisers por su parte emiten columnas de vapor que se proyectan hasta el cielo, con altura de hasta 50 metros, estos fenómenos nos muestra un paisaje que nos remonta a las épocas mismas de la formación de la tierra.
Como último punto, estuve en el desierto de Siloli, donde las piedras erosionadas por el paso del tiempo y el viento adquieren distintas formas surrealistas, por lo que muchos les dicen las "Piedrás de Dalí", todos los visitantes, se llevan una foto con la estrella del lugar, que es el Árbol de Piedra.
Uyuni es el hijo prodigio de Bolivia, un lugar que la hace única en el Mundo y la diferencia del resto y además de esto, es una esperanza de un pueblo diezmado y golpeado, por ser la fuente de verdes dólares, del turismo y de los minerales que se extraen.