jueves, 11 de diciembre de 2008

La ciudad del Gran Duque

Camino despacio, por la nieve recién caída con la cabeza enterrada en mi mapa de Vilna, sigo por la calle Bazilijonų Gatvė antes de llegar a la esquina espero cruzarme con las Puertas de Dawn, símbolo del lugar y entrada por la puerta grande a la ciudad vieja, pero no veo nada. Probablemente un error en la escala, por lo que sigo adelante, pero un cartel me indica que ahora estoy sobre la Daukšos Gatvė y vuelvo sobre mis pasos.
Camino, miro el mapa, camino y vuelvo a mirar, no está. Le pregunto a un hombre que vendía chucherías en la calle sobre las Aušros Vartai (Puertas de Dawn en Lituano), en los ojos claros del tipo leí la pregunta “¿Sos imbécil vos?“ mientras el giraba su cabeza sobre su hombre y señalaba para atrás. Será que esperaba algo imponente que el pequeño arco hecho como fortificación en el 1500 me pasó desapercibido (tengo que admitir que el lado de la ciudad vieja es bastante más interesante), es la única que queda en pié de las 9 que daban acceso a la ciudad.


Cuenta la leyenda, que Gendiminas, uno de los grandes duques del país, cazaba en el valle sagrado de Šventaragis. Cuando se durmió, en sus agitados sueños vio a un lobo gigante de hierro, cuyo aullido de más de 100 lobos hizo estremecer todo el valle.
Cuando el Gran Duque despertó, acudió al sabio Lizdeika, para que interpretara su sueño. Este en un estado de trance le dijo que el lobo representaba un castillo invencible y que el era el encargado de fundar la ciudad que sería la capital del reino de Lituania, que sería el hogar de su fundador y el aullido, el eco de su gloria se oiría en todo el Mundo. La llamó Vilna, por el río Vilnia que cruza el valle.

Y entré al laberinto de serpentenates calles adoquinadas, que suben y bajan. Rodeada de montañas, la ciudad de las 1000 iglesias, en donde levantando la vista podemos ver las numerosas cúpulas alzarse al cielo como un aullido.

Como la iglesia de Santa Anna, contruida en gótico flamígero.La imaginación lleva a la abstracción, en este caso puedo ver en la fachada las llamas perpetradas en la eternidad por lo ladrillos. La abstracción a la creatividad, que llevo a Benedikt Rejt de la inspiración en el fuego al proyecto de la iglesia. La creatividad al arte, ya que el templo es una pequeña obra de arte y el arte a la imaginación, porque contemplando la fría piedra flamígera podemos evocar no solo lo que representa una iglesia sino lo que el artista quiso plasmar en ella como guiados por las palabras de Lizdeika. Napoleon quedó tan enamorado que dijo que la llevaría hasta París “En la palma de su mano“. Su diseño fue hecho en base a las Columnas de Gendiminas y gracias a Dios, que sigue en Vilna

Hoy en día queda poco del castillo que prosperó de los S.X al XVIII, que sufrió muchos ataques desde entonces, pero nunca pudo ser tomado hasta 1655, pero llevó a que sufriera importantes daños, por lo que perdió su importancia y fue paulatinamente abandonado y durante el régimen zarista gran parte fue demolido. Hoy solo queda la Torre de Gendiminas, erguida sobre el punto más alto de la ciudad, y es como si aún hoy pudiéramos ver al Gran Duque, caminando noblemente entre las almenas, vigilando y luchando por la prosperidad de su gente.

La historia de la ciudad está muy ligada a Catedral, ya que todos los soberanos desde Vytautas, fueron coronados entre sus paredes. Fue mandada a construir por orden del Rey Mindaugas, que fue el primero en abrazar el cristianismo. La torre del campanario está separada de la iglesia, algo común solo en Italia, por lo que me llama la atención (aparte de los diferentes estilos en que está construida), por lo que decido preguntar dentro de la Catedral y dicen que originalmente se creía que fue hecha había una torre medieval perteneciente al castillo.

Me desperté en el medio de la noche por un aullido, un aullido metálico que hizo eco en mi, pero afuera el reinaba el más absoluto silencio. Supe desde ese momento que Vilna me había cambiado.