
Camino, miro el mapa, camino y vuelvo a mirar, no está. Le pregunto a un hombre que vendía chucherías en la calle sobre las Aušros Vartai (Puertas de Dawn en Lituano), en los ojos claros del tipo leí la pregunta “¿Sos imbécil vos?“ mientras el giraba su cabeza sobre su hombre y señalaba para atrás. Será que esperaba algo imponente que el pequeño arco hecho como fortificación en el 1500 me pasó desapercibido (tengo que admitir que el lado de la ciudad vieja es bastante más interesante), es la única que queda en pié de las 9 que daban acceso a la ciudad.
Cuenta la leyenda, que Gendiminas, uno de los grandes duques del país, cazaba en el valle sagrado de Šventaragis. Cuando se durmió, en sus agitados sueños vio a un lobo gigante de hierro, cuyo aullido de más de 100 lobos hizo estremecer todo el valle.
Cuando el Gran Duque despertó, acudió al sabio Lizdeika, para que interpretara su sueño. Este en un estado de trance le dijo que el lobo representaba un castillo invencible y que el era el encargado de fundar la ciudad que sería la capital del reino de Lituania, que sería el hogar de su fundador y el aullido, el eco de su gloria se oiría en todo el Mundo.
Y entré al laberinto de serpentenates calles adoquinadas, que suben y bajan. Rodeada de montañas, la ciudad de las 1000 iglesias, en donde levantando la vista podemos ver las numerosas cúpulas alzarse al cielo como un aullido.
Como la iglesia de Santa Anna, contruida en gótico flamígero.La imaginación lleva a la abstracción, en este caso puedo ver en la fachada las llamas perpetradas en la eternidad por lo ladrillos.
Hoy en día queda poco del castillo que prosperó de los S.X al XVIII, que sufrió muchos ataques desde entonces, pero nunca pudo ser tomado hasta 1655, pero llevó a que sufriera importantes daños, por lo que perdió su importancia y fue paulatinamente abandonado y durante el régimen zarista gran parte fue demolido.
La historia de la ciudad está muy ligada a Catedral, ya que todos los soberanos desde Vytautas, fueron coronados entre sus paredes. Fue mandada a construir por orden del Rey Mindaugas, que fue el primero en abrazar el cristianismo.

Me desperté en el medio de la noche por un aullido, un aullido metálico que hizo eco en mi, pero afuera el reinaba el más absoluto silencio. Supe desde ese momento que Vilna me había cambiado.